Ser mujer en esta sociedad no es fácil, tristemente esta es una realidad. Todas nos enfrentamos a una serie de desafíos generalizados y otros que no. Yo tengo una diversidad funcional infantil y soy mestiza, como dice una amiga mía lo tengo todo. Para autodefinirme utilizaría esas tres palabras: mujer, mestiza y diversidad funcional.
Podemos pensar que estas características podrían ser fuente de discriminación, y en algunos casos, así es, pero yo prefiero centrarme en este escrito en la parte positiva de estas, y especialmente en la de ser mujer con diversidad funcional.
Para empezar, creo que no sabría decir cuando fui consciente de mi diversidad funcional o mi condición, o mejor dicho cuando me enteré de que era algo que me diferenciara del resto o fuera algo malo, creo que me di cuenta cuando la primera persona me preguntó porque iba en silla de ruedas. Yo he crecido en una casa con dos hermanas y un hermano siendo la pequeña, lo que en mi caso, por mucha diversidad funcional que tuviera me hizo acostumbrarme a que me hicieran rabiar y a situaciones en las que la única ayuda que te daban era quedarse mirándote y riéndose de lo que te estaba pasando, lo que de alguna manera me fortaleció y además contribuyó a que se normalizara por completo mi situación, algo que agradezco enormemente . Es por eso que si me pongo a pensar es la misma sociedad la que se encarga de recordarme de vez en cuando que soy “diferente” y lo que es peor hace calar el mensaje de que ser diferente es malo.
En mi opinión el mensaje de ser diferente se puede interiorizar y hacer que una misma se sienta, en definitiva, diferente como me ha pasado a veces, y puede pasar también que este sentimiento se agrande de tal manera que si no se controla puede llegar a aplastarte y dejarte totalmente fuera de combate dejando que la gente que te rodea controle tu vida en vez de hacerlo tu misma. Bajo mi punto de vista, la mejor forma de contrarrestar este mensaje negativo es con el humor ya que con él se consigue cambiar la visión de muchas cosas porque las personas con diversidad no enfrentamos a veces a situaciones de las que sino nos reímos estaríamos enfadados todo el día. Vivimos situaciones de discriminación positiva o no casi cada día, afrontamos a gente que desconoce nuestra situación real y te pregunta y hace comentarios sin filtro ninguno o que pretenden ser empáticas y no saben cómo hacerlo. Os pongo un par de ejemplos:
- Que una persona que pasa por la calle te vea hacer algo que haces continuamente con la silla, pero que ella en su mente considera que es peligroso o que está mal hecho y se crea con el derecho de decirte (a veces con malas formas) como tienes que hacer las cosas como si no supieras controlar tu propia silla de ruedas.
- Escuchar la típica frase «empática» de » Yo conozco una chica que se quedó igual que tú»
- Estar en una situación en la que todas están de pie y una de ellas tiene un esguince y en un intento de ser amable y empática te dice «venga yo también en silla como tú» y piensa que ha sido un comentario súper acertado.
- Ir con alguien sin diversidad funcional a un sitio a tomar algo y que la persona que atiende le pregunte a la persona que te acompaña qué quieres tú.
Estas son algunas de las situaciones que yo he vivido y que he decidido tomarme con humor y reírme de ellas porque quizá la persona que me ha hecho este tipo de comentarios lo ha hecho desde el desconocimiento más absoluto de lo que significa tener algún tipo de diversidad funcional y cómo se vive esta realidad, por eso creo que es importante explicarles a estas personas nuestro punto de vista.
A pesar de esto, también es verdad que esta realidad no siempre es positiva, pero hay que intentar mantener esta visión siempre que sea posible, y por eso me gustaría compartir una reflexión con vosotras sobre lo que para mí en definitiva supone y significa ser una persona con diversidad funcional:
No importa cuantas veces caigas o flojees sino levantarte fortalecida y aprender de cada uno de esos tropiezos. Doy gracias a la vida por darme estas condiciones (podrían ser mucho peores) porque gracias a ella soy quien soy y he aprendido a valorar los hechos y situaciones que me rodean más que cualquier otra cosa. Mi silla de ruedas es un símbolo de identidad y no un impedimento o algo llamativo. No soy ni mejor ni peor que mucha gente que ha conseguido lo mismo que yo a mi alrededor. Simplemente, gracias a mi compañera soy una persona fuerte que a pesar de mis dificultades continua adelante sin hacer de esta situación más que lo que es: una condición a la que adaptarse como muchas otras en la vida que te ayudan a aprender valorar ciertas cosas e intentar no verlo como algo limitante y que te cohíbe, sino como una característica a la que a veces hay que darle casi tan poca importancia como a la belleza estética y que si le das la vuelta a la moneda puede tener ciertos privilegios. Por eso hay que lucharla y no enroscarse en el lado malo porque la diversidad funcional (dependiendo del grado y el tipo), por lo menos en mi caso no es ni de lejos tan negativa como mucha gente cree, todo depende de la mentalidad con la que esta se enfrente. Para mí no es desde luego, una de las peores cosas que me han podido pasar.
Por último, me gustaría acabar diciendo que como oí una vez, la discapacidad o diversidad funcional no solo se tiene sino que también se vive, es por eso que yo siempre digo que la silla de ruedas es como llevar gafas, es un complemento, algo que usas por necesidad y que por tanto no te define al cien por cien como persona, forma parte de tu identidad de igual manera que otros muchos aspectos y es importante que se mantenga esta visión a pesar de que parte de la sociedad nos pueda decir otras cosas.
En definitiva, las tres palabras que he utilizado al principio para autodefinirme (mujer, mestiza y diversidad funcional) son aspectos que considero que me empoderan como persona y de la diversidad funcional en concreto porque, aunque ha habido malos momentos y los habrá, me siento orgullosa de esta característica que me define y forma parte de mí porque me ha dado una visión muy concreta de muchas cosas y me hace quién soy, no sería la misma sin ella.
ALGUNAS PREGUNTAS…
¿Estudias o trabajas?
– Estudio un máster en migraciones y trabajo en taller de independencia.
¿Lo más curioso que te ha pasado como discriminación positiva y otro como discriminación negativa?
– Lo más curioso que me ha pasado como discriminación negativa que no me dejarán participar en las actividades del viaje de fin de curso de mi colegio porque no estaban adaptadas ni pensadas para mí a pesar de haber ido al viaje. Y como discriminación positiva que no me pidan ni la entrada ni me revisen al entrar a algunos festivales o conciertos.
¿Cómo crees que puede ayudar una persona de a pie a normalizar la diversidad?
– Para mi el punto está en explicar las cosas a la gente que pregunta con normalidad absoluta y que esa persona vea como tú la vives. La clave es la explicación de las cosas.
Serie Diversas de Rodem.